Ejemplo Narrativa de Huellas del Alma

Hola familia. Me les escribe Olivia, aunque algunos me llaman “Rita”. Soy pequeña pero mi historia es grande, tan grande como el amor que siento por cada uno de ustedes. Nací bulldog francés, pero soy más que una raza; soy un pedacito de alegría que llegó un verano de 2019, un regalo de vida cuando más lo necesitaban. Aunque a veces terca, siempre he sido valiente, divertida, y sí, un poco miedosa.

Mis días favoritos son aquellos que paso junto a ustedes, ya sea en un abrazo acogedor con las niñas o paseando a la par de tus pasos. Amo cada mantita que me ofrecen, un pedacito de cielo en la tierra donde descanso. Mis golosinas favoritas, claro, son las que ustedes disfrutan, porque nada me gusta más que compartir cada instante con ustedes.

Recuerdo cómo nos reímos bajo el agua en el parque, yo, una cachorrita descubriendo el mundo a través del juego y el agua. Cada aventura ha sido un capítulo en nuestro libro de vida, pero ninguna se compara con la llegada de las pequeñas. Me convertí en guardiana y compañera, en maestra de juegos y confidente de sus secretos más tiernos.

Mis travesuras, bueno, tal vez fui un poco ambiciosa al remodelar los rodapiés de la casa, pero lo hice pensando en el arte, en dejar mi huella, literalmente, en cada rincón. Y a través de cada etapa, cada cambio, siempre supe que lo importante era estar juntos. Incluso cuando me lesioné y cada paso dolía, lo superé con ustedes a mi lado.

Nuestro vínculo es único, irrompible. Aprendí a amar con un amor puro y sin condiciones, a estar ahí, a su lado o en su regazo, en cada momento. Cambié sus vidas, les mostré cómo se ve el mundo a través de ojos llenos de amor y compasión. Y si pudiera hablar, les diría que, aunque a veces parezca que estan locos, cada día junto a ustedes es un regalo.

Cuando me abrazan, cuando cantan esas canciones que solo nosotros conocemos, siento que soy más que una mascota. Soy parte de algo hermoso, parte de esta familia increíble. Cada mirada, cada lambetón, cada ronquido es mi forma de decir «los amo».

Al mirar atrás, las lecciones de vida que he compartido son sencillas pero profundas. Amar sin esperar nada a cambio, encontrar la felicidad en las cosas pequeñas y, sobre todo, ser la fuente de su alegría. Mi legado no se medirá en años, sino en los incontables momentos felices que pasamos juntos. Y si pudiera decirles una última cosa, les aseguraría que siempre seré su Rita de Amor.

Así que, gracias por esta vida llena de caos y amor. Por cada aventura, cada abrazo y cada segundo de este viaje maravilloso. No importa adónde vayamos o qué venga después, siempre seré su Rita, y este cuadro, una ventana a todas las historias que hemos creado y que seguiremos creando.

Con amor y un abrazo eterno,

Ritan pedacito de alegría que llegó un verano de 2019, un regalo de vida cuando más lo necesitaban. Aunque a veces terca, siempre he sido valiente, divertida, y sí, un poco miedosa.

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